Capitulo uno: La residencia; primer año; Pánico y Rusos malvados

by - March 06, 2022

Empecé mi especialidad; “la resi”, en oncología en el 2013, por ese entonces estaba bastante perdida con mi vida y me había ofrecido una residencia en hospital en  Beer Sheva, una ciudad universitaria situada en el sur desértico de Israel, donde solo habitaban beduinos, rusos, camellos y  mi hospital.

Una de las razones por que acepte ese trabajo, fue mi falta de confianza en saber que podría conseguir algo mejor en alguna ciudad donde me diera mas ganas de vivir, de vivir en general por que la depresión que tuve en los dos años que viví ahí mejor ni les cuento, bueno si, pero mas adelante.

Cuestión que con la promesa de un futuro mejor y un incentivo monetario mas que interesante decidí mudarme allí y empezar mi entrenamiento medico en oncología.

Debo confesar que el jefe de servicio “El Profesor” era una de las personas mas educada y amables que conocí en mi vida, pero no era suficiente para contrarrestar al grupo de rusos malvados que constituían el resto del staff medico, claro que no sabia nada de eso cuando firme el contrato.

Para empezar, me mudé a esa ciudad sin conocer a nadie estuve casi 3 semanas viajando dos horas en micro desde otra ciudad cercana pero igual de incomunicada, donde vivía de en un departamento que me presto mi amigo Roman.

Me acuerdo de una noche después de trabajar y quedarme buscando departamento para alquilar en Beer Sheva no conseguí micro de vuelta y tuve que volver a dormir en un sillón cama extra que tenia la sala de residentes del hospital, mi espíritu estaba por el piso y creo q ese fue uno del momento mas bajo de mi comienzo.

Cuando llegue al hospital trate de que nadie me vea porque no quería dar explicaciones (tampoco sabia como hacerlo en hebreo) de porque volví al hospital de noche a dormir.

Justo el profesor estaba de guardia pasiva y me vio entrando a la sala de residentes, con las voz casi quebrada y muerta de vergüenza le explique la situación y la comprendió.

Esa fue la primera noche que dormí en Beer Sheva.

Para ponerlos en situación mi hebreo en ese momento era bastante básico y mi inconciencia basta alta,  me acuerdo que muchas veces de tanto pánico de no entender las consignas que me decían, mi cuerpo se paralizaba y empezaba a escuchar como un zumbido en mi oídos y no podía reaccionar, en general me duraba unos segundos, pero era una experiencia tan real de falta de control y miedo a la vez, creo que es como un mecanismo de defensa que tiene el cuerpo cuando ya no sabe que hacer con tanto miedo que bloquea algún sentido para poder a funcionar el resto.

Una de las razones por las cuales me contrataron pese a no saber el idioma era la desesperación y la falta de médicos, cuando empecé éramos dos residentes, una rusa a la que llamaremos “Katya” y yo.

Katya delante de todos en el pase de sala de la mañana se comportaba de manera muy “amable” correcta y bastante comprensiva, ella era mayor que yo y esta era su segunda residencia, en realidad estaba esperando un lugar para hacer una segunda especialidad en geriatría, pero mientras empezó en oncología debido a la falta de médicos.

Cuando las luces se apagaban, Katya era una persona un poco distinta conmigo y todo lo que yo hacia (que básicamente era asentar con la cabeza y sonreír y eventualmente respirar) le molestaba.

En las rondas en el piso de internación de oncología me dejaba de lado y se molestaba por que tenia que hacer todo el trabajo sola, que un poco la entiendo, pero es parte del sistema de residencias en el mundo donde no existe un periodo de “Aclimatación” y es mas bien sálvese quien pueda.

La verdad que bástate de esas primeras semanas/meses las tengo bastante bloqueada, me acuerdo de que me imprimía las historias medicas de mis pacientes y me las llevaba a casa para traducir palabra por palabra del hebreo y así aprender un poco.

Recuerdo vívidamente un día que le pregunte si quería que yo escribiese el alta de un paciente, se dio vuelta me saco la carpeta de las manos cual malvada de telenovela, me miro a los ojos y me dijo “No, vos no sabes hacer nada”, y se fue dando un portazo.

Tremenda amiga pegue con la Katya. La verdad que no fue tan terrible, durante el trascurso de los años me dijeron mil cosas peores, pero creo que esa vez no me lo olvido por que fue una de las primeras veces que me enfrente a la verdadera cara de las personas en la residencia.

Una mañana unos de los médicos que tenia que cubrir la planta conmigo no vino por que tuvo un percance, así que el jefe de servicio fue a reemplazarlo conmigo.

Me pidió que vaya yo sola a ver a los pacientes y que luego me siente a escribir las evoluciones en las historias clínicas con el que me iba a ayudar con el idioma.

La parte de ver a los pacientes no me asustaba, pese a la barrera lingüística, siempre supe como conectarme con ellos de forma inmediata, interactuar y sacarles una sonrisa con mi básico dominio del hebreo. Era lo que mas feliz me hacia en mi trabajo, siempre fueron muy amables y comprensivos conmigo.

Cuando volví a su oficina le dije que estaba lista para escribir las evoluciones, se sentó al lado mío prendimos la computadora y me dijo “escribí”, creo que empecé a temblar y a escuchar los zumbidos de vuelta. Hasta ese momento cada vez que escribía algo en hebreo lo sacaba de un cuaderno que tenia con frases copiada para usar de referencia, esta era la primera vez que tenia que escribir algo desde cero. Creo que mi jefe se dio cuenta de mi cara de pánico y entonces probo algo distinto, me dijo “ok, decime como viste al paciente de la cama 17”, entonces con mis propias palabras empecé a decirle lo que me parecía que tenia y como estaba la paciente ese día, después me dicto lo que tenia que escribir y me deletreo LETRA POR LETRA cada palabra. Hasta el día de hoy me encuentro admirada por el acto de humildad que ese hombre tuvo conmigo, estamos hablando de una inminencia de la oncología, que se sentó al lado de su residenta mas inexperta y le dicto como a cuál niño de primer grado como escribir la evolución de sus pacientes oncológicos.

Después de terminar de evolucionar 14 pacientes me encontraba bastante apenada por lo que acaba de pasar, y casi con lagrimas en los ojos le confesé el golpe durísimo que era para mi ego tener que pasar por esa situación. 

Yo venia de der la niña buena del colegio que siempre sacaba las mejores notas, en la universidad me iba bien, siempre entendía todo y era buena en mis trabajos como medica después de graduarme.

Pasar de eso a ser la analfabeta (literal) que no sabia leer y escribir fue un baño de humildad y aprendizaje muy fuerte para mi y mas allá de que la mayoría de las personas con las que trabajaba eran inmigrantes y entendían por lo que estaba pasando, había otras (muchas lamentablemente), que me querían hacer sufrir como sufrieron ellos al principio, una mentalidad muy del entrenamiento en medicina y muy israelí también.

Gracias Profesor por entenderme y no hacerme sentir mal ese día, cada vez que pierdo la paciencia tratando de ayuda a algún esclavito nuevo (residente, estudiante de medicina etc.), me acuerdo de esa experiencia. Vuelvo a mi centro, y pienso en usted y su gran acto de bondad al ayudar a una medica argentina analfabeta como yo en ese entonces.



I started my specialty; “The residency”, in oncology in 2013, at that time I was quite lost with my life and my boss offered me an oncology residency in a hospital in Beersheva, a university city located in the desert in southern Israel, where there were only Bedouins , Russians, camels and my hospital.
One of the reasons why I accepted that job was my lack of confidence knowing that I couldn't get a better job in a city where I wanted to live more, to live in general because I was very depressed in the two years I was there. but I will tell you later about that.
With the promise of a better future and a more than interesting financial incentive, I decided to move there and start my medical training in oncology.

I must confess that the head of service "The Professor" was one of the most polite and kind people I met in my life, but it was not enough to counteract the group of evil Russian magicians that made up the rest of the medical staff, of course I did not I knew nothing about that when you signed the contract.

To begin with, I moved to that city without knowing anyone. I spent almost 3 weeks traveling two hours by bus from another nearby city, but just as isolated as Beer Sheva, where I lived in an apartment that my friend Román lent me.
I remember one night after working and looking for an apartment to rent in Beer Sheva, I couldn't get a bus back and had to go back to sleep on an extra sofa bed in the resident's ward of the hospital, my spirit was on the floor and I think it was one of the lowest moments of my beginning.
When I got to the hospital I tried not to let anyone see me because I didn't want to explain (I didn't know how to do it in Hebrew either) why I went back to the hospital at night to sleep.
The professor was just on passive duty and saw me enter the resident's room, with an almost broken voice and embarrassed, I explained the situation to him and he understood.
That was the first night I slept in Beer Sheva.

To put you in a situation, my Hebrew at that time was quite basic and my unconsciousness quite high, I remember that many times from being so panicked at not understanding the instructions they were giving me, my body would become paralyzed and I would start to hear a ringing in my ears and I couldn't I was able to react, in general it lasted a few seconds, but it was such a real experience of lack of control and fear at the same time, I think it's like a defense mechanism that the body has. when he no longer knows what to do with so much fear that he blocks some sense in order to work on the rest.
One of the reasons why they hired me despite not knowing the language was desperation and the lack of doctors, when I started we were two residents, a Russian who we will call "Katya" and me.
Katya, in front of everyone at the morning meeting, behaved in a very “kind” way, correct and quite understanding, she was older than me and this was her second residence, in fact she was waiting for a place to do a second specialty in geriatrics, but while he started in oncology due to lack of doctors.
When the lights went out, Katya was a slightly different person to me and everything I did (which was basically nodding, smiling, and finally breathing) annoyed her.
On the rounds of the oncology inpatient floor she would leave me out and get upset that she had to do all the work by herself, which I understand if she felt upset, but it's part of the residency system in the world where there's no period of “ Acclimatization” and it is more like every men for himself.
The truth is that quite a lot of those first weeks/months blocked, I remember that I printed the medical records of my patients and took them home to translate word by word from Hebrew and thus learn a little more to be able to manage my day to day .
I vividly remember one day I asked her if she wanted me to write a patient discharge for her, she turned around and snatched the folder out of my hands like an evil soap opera, looked me in the eye and said “No, you don't know. do nothing," and slammed the door.
Beautiful friendship I made with Katya. Honestly it was not that terrible, over the years they told me a thousand worse things, but I think that time I did not forget it because it was one of the first times that I faced the true face of the people in the residence
One morning one of the doctors who had to cover the floor with me did not come because he had a mishap, so the head of service went to replace him with me.
He asked me to go alone to see the patients and then sit down to write the evolutions in the clinical histories with the one who was going to help me with the language.
The part of seeing the patients did not scare me, despite the language barrier, I was always able to immediately connect with them, interact and make them smile with my basic command of Hebrew. It was what made me happiest in my job, they were always very kind and understanding with me.
I went back to his office I told him I was ready to write the evolutions, he sat next to me we turned on the computer and he said “Start writing”, I think I started to shake and hear the buzzes again. Until that moment, every time I wrote something in Hebrew I would take it out of a notebook that I had with phrases copied to use as a reference, this was the first time that I had to write something from scratch. I think my boss noticed my panicked face and so he tried something different, he told me “ok, tell me how you saw the patient in bed 17”, then with my own words I began to tell him what I thought he had and how the patient felt that day, then he dictated to me what I had to write and spelled each word for me LETTER BY LETTER. To this day I find myself amazed by the act of humility that man had with me, we are talking about an oncology professor, who sat next to his most inexperienced resident and dictated to which first grader how to write the evolution of their cancer patients.
After finishing writing the reports of the 14 patients, I was quite saddened by what had just happened, and almost with tears in my eyes I confessed to him how hard it was for my ego to have to go through that situation.
I came from being the good girl at school who always got the best grades, I did well at university, I always understood everything and I was good at my jobs as a doctor after graduating.
Going from that to being the (literal) illiterate who did not know how to read and write was a bath of humility and very strong learning for me and beyond the fact that most of the people I work with were immigrants and understood what I I was going through, there were others (many unfortunately), who wanted to make me suffer as they suffered at the beginning, a mentality very much related to training in medicine and very Israeli as well.
Thank you Professor for understanding me and not making me feel bad that day, every time I lose patience trying to help a new slave (resident, medical student, etc.), I remember that experience. I go back to my center, and I think of you and your great act of kindness in helping an illiterate Argentine doctor like me back then.

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