Yo no me quiero meter en tu vida privada, pero...\I don't want to get into your private life, but...
La frase seguiría así… “pero me voy a meter de todos modos, porque soy israelí y soy tu jefe y pienso que tengo el derecho de decirle a los residentes, sobre todo si son mujeres y solteras, lo que tienen que hacer de su vida para no perjudicarme a mi”
Algo así me imagino que habrá sido el dialogo en la cabeza de mi jefe en oncología cuando me amenazo, con que si no estudia lo suficiente para el examen de la residencia (que era en ese momento dentro de un año y medio) me iba a tener que mudar de vuelta a Beer sheva (la ciudad de la cual escape después de vivir casi dos años, porque no hacía otra cosa más que deprimirme).
La cosa es así, cuando llegue a Israel, viví en Tel aviv una ciudad de la cual me enamore, en el medio me ofrecen un trabajo en Beer sheva, inocente y desesperada, porque no tenía mucha idea de qué hacer con mi vida lo acepto.
En ese momento ignore todos las señales de alarma de mis amigos como por ejemplo “Estás loca esa ciudad es un agujero no te mudes ahí” ”No hay trabajo o sueldo que valga la pena el vivir alli” o “ No tenes idea en donde te estás metiendo”.
Y la verdad que todo lo me dijeron era cierto, sobre todo la última advertencia, no tenía la menor idea de donde me estaba mudando, para resumirlo fueron dos años de depresión, viviendo en una ciudad que no me ofrecía nada más que una cómoda cercanía al hospital, y un shopping con un H&M bastante decente.
Después de pensarlo un tiempo y posterior a pasar una guerra, una noche de verano después de volver de una clase de salsa, me acosté en mi cama, con la ropa puesta y las luces apagadas, mirando al techo me dije a misma “Es hora de volver a ser feliz y vivir de nuevo en Tel Aviv “
Sabía que esa decisión implicaba viajar todos los días al trabajo en un micro sin escalas y con asientos bastantes cómodos para dormir profundamente. Estaba dispuesta a sacrificar la comodidad de vivir enfrente al hospital por dos horas y media de viaje diarios con tal de volver a la ciudad de la cual me había enamorado.
Cuestión que todo el sistema nervioso de las personas del hospital a la cual les contaba de mi decisión colapsaba, el israelí no podía entender que alguien elija viajar tanto para ir al trabajo, teniendo la tiene la posibilidad de vivir tan cerca.
No se crean que yo lo contaba por contar, es más trate de que la mínima cantidad de personas del hospital lo supieran pero tuve la mala suerte de tener como inquilina en mi casa Beer Sheva a la sobrina de la enfermera más chusma de todo oncología, y contrate para la mudanza (sin saberlo) al camillero más indiscreto del hospital, lo que dio como resultado que la noticia de mi mudanza a Tel Aviv se esparciera más rápido que la separación de Shakira y Pique.
Allí estaba, mes y medio después de mi mudanza sentada frente a mi jefe de oncología (vendría hacer algo así como el dueño de mi vida en ese momento) y me dice la frase que les puse al principio.
No sé por dónde empezar a contar mi indignación, como esta persona de verdad piensa que tiene el derecho de decirme donde voy a vivir???? Mientras llegue a horario a mi trabajo y cumpla con mis obligaciones donde viva no es asunto de nadie.
Pero claro yo siempre me olvido el temita de que acá son en este país tan moderno y avanzado la mente de las personas no evoluciono a la par, y el hecho de que en ese momento, una médica de 31 años no esté casada, le da a entender a los jefes (sobre todos hombres) que tienen total derecho de decirme lo que hacer con mi vida privada, sobre todo elegir el lugar donde voy a vivir.
La verdad que su reacción me dio bronca, el profesor se sentía que tenia poder sobre las decisiones de mi vida personal, pero ya no soy una niña pequeña pensé, si llegue tan lejos en mi vida, no fue precisamente por atarme a mandatos sociales y normas sin razón, no me considero una rebelde pero si siempre me planteo si las reglas del juego tienen sentido y sobre todo sin son justas para mí.
En este caso creo, si le hiciese a mí mismo jefe el planteo que me caso y que quiero tener una familia numerosa y que casi no voy ir al trabajo por los próximos diez años de mi vida, porque me la voy a pasar de licencia de maternidad, no recibiría otra cosa más que bendiciones y felicitaciones, pero si en vez de eso, solo decido mudarme de ciudad a otra que me hace más feliz, me convierto en una mala médica y una pésima estudiante de dudosa reputación, que va a fallar en sus exámenes.
La verdad que me canso bastante ese doble estándar constante al cual me enfrentaba a diario, en ese momento decidí ignorarlo y continuar con mi vida.
Ese fue el primer paso que me llevo a replantearme si como inmigrante merecía algo mejor, y de poco fue lo que abrió el camino de mi cambio de hospital, pero eso ya se los contare en otro post.
Como moraleja, si es que la hay, sería algo así como; nunca se dejen medir por la vara de otros, a veces pueden resultar muy pequeñas y aplastar sin querer todo nuestro potencial.
Podes medir tu propio valor basado en la valentía que tuviste al tomar las decisiones que te llevaron hacia donde querías estar.
Esto es todo por hoy, solo me despido aclarando que la foto que puse fue porque mi jefe de ese entonces se parecía muchisimo a el señor Drummond de blanco y negro.
Un beso grande, hasta la próxima.
Leti
The sentence would go on like this… “but I am going to get involved anyway, because I am Israeli and I am your boss and I think I have the right to tell the residents, especially if they are women and single, what they have to do with their lives so as not to harm me”
Something like that, I imagine, was the dialogue in the head of the chief of oncology when he threatened me, that if I didn't study enough for the residency exam (which was at that time within a year and a half) I was going to having to move back to Beersheva (the city I ran away from after living for almost two years, because I did nothing but get depressed).
The thing is like this, when I arrived in Israel, I lived in Tel Aviv, a city with which I fell in love, in the middle they offered me a job in Beersheva, innocent and desperate, because I had no idea what to do with my life, I accept it .
At that point, ignore all the red flags from my friends, such as "You're crazy, that city is a hole, don't move there," "There's no job or salary worth living there," or "You have no idea what are you getting into”.
And the truth is that everything they told me was true, especially the last warning, I had no idea where I was moving, to sum it up it was two years of depression, living in a city that offered me nothing more than a comfortable closeness to the hospital, and a shopping mall with a fairly decent H&M.
After thinking about it for a while and after going through a war, one summer night after returning from a salsa class, I lay down on my bed, with my clothes on and the lights off, looking at the ceiling I said to myself "It's time to be happy again and live in Tel Aviv again”
I knew that decision meant traveling to work every day in a non-stop bus with seats comfortable enough to sleep soundly. I was willing to sacrifice the comfort of living across the street from the hospital for a two and a half hour commute every day in order to return to the city I had fallen in love with.
The issue was that the entire nervous system of the people at the hospital to whom I told them about my decision collapsed, the Israeli could not understand why someone chooses to travel so much to go to work, having the possibility of living so close.
Do not think that I was telling it just to tell, it is more that I tried to make the minimum number of people in the hospital know about it, but I had the bad luck to have as a tenant in my house Beer Sheva the niece of the most rabble-rousing nurse in all of oncology, and hired (unknowingly) the hospital's most indiscreet stretcher-bearer to move, resulting in news of my move to Tel Aviv spreading faster than Shakira and Pique's split.
There I was, a month and a half after my move, sitting in front of my head of oncology (I would come to do something like the owner of my life at that time) and he tells me the phrase that I put at the beginning.
I don't know where to start telling my outrage, how does this person really think he has the right to tell me where I'm going to live???? As long as I get to work on time and fulfill my obligations where I live is nobody's business.
But of course I always forget the little issue that here in this modern and advanced country people's minds did not evolve at the same time, and the fact that at that time, a 31-year-old doctor is not married, gives her to understand the bosses (especially men) who have the full right to tell me what to do with my private life, especially choosing the place where I'm going to live.
The truth is that his reaction made me angry, the professor felt that he had power over the decisions of my personal life, but I am no longer a little girl, I thought, if I got so far in my life, it was not precisely because I was tied to social mandates and rules for no reason, I don't consider myself a rebel but I do always wonder if the rules of the game make sense and above all if they are fair to me.
In this case, I think, if I had made that same boss the proposal that I was getting married and that I want to have a large family and that I will hardly go to work for the next ten years of my life, because I am going to spend it on leave of maternity, I would not receive anything but blessings and congratulations, but if instead of that, I just decide to move from city to another that makes me happier, then in their eyes I become a bad doctor and a lousy student of doubtful reputation, who is going to fail their exams.
I get quite tired of this constant double standard that I faced on a daily basis, at that moment I decided to ignore it and continue with my life.
That was the first step that led me to reconsider whether as an immigrant I deserved better, and it was not much that paved the way for my change of hospital, but I will tell you about that in another post.
As a teaching, if there is one, it would be something like; never let yourself be measured by the yardstick of others, sometimes they can be very small and inadvertently crush all our potential.
You can measure your own worth based on the courage you had in making the decisions that got you where you wanted to be.
That's all for today, I'll just say goodbye by clarifying that the photo I posted was because my boss at the time looked a lot like Mr Drummond of different strokes.
Kisses, until next time.
Leti
0 comments