Final de residencia el mensaje de WhatsApp que me cambió la vida y la sopa de murcielago\End of residence the WhatsApp message that changed my life and the bat soup
Debo decir que diciembre del 2019 fue uno de los meses más intensos de toda mi vida, no había pasado ni una semana desde que terminé el examen de residencia, que; falleció mí tío, mi prima tuvo su bebe de urgencia (salió todo bien por suerte), me ofrecieron hacer un fellowship (una especie de sub-especialidad médica con los especialistas top del mundo) en Canadá, conocí a mi ex-novio y en algún lugar de china alguien decidió comerse una sopa de murciélago, estornudar y salir a pasear.
Les voy a contar acerca del fellowship, lo otro fueron cosas personales que involucran a otras personas y que no es la idea contar acá.
Pero si, después de ese último examen me tome 2 o 3 días libres antes de empezar a trabajar, en ese momento tenía una lista enorme de actividades que quería hacer y tenía en “carpeta” como diría mi hermano, porque estaba estudiando para mi examen, que dicho sea de paso, es algo que le pasaba a todos los médicos, por unos meses durante tu residencia, pones en ‘pausa’ tu vida para enfocarte solamente en el estudio, y aunque haya un objetivo final más grande, son momento medios agridulces porque nos perdemos de muchos instantes que no se van a volver a repetir, y a veces me pregunto si realmente valió la pena, pero bueno no tengo todavía la respuesta a eso.
Cuestión que estaba en un curso de negocios, en ese momento quería abrirme un consultorio de estética y alejarme lo más posible de la vida hospitalaria, cuando llega a mí un mensaje reenviado de WhatsApp a uno de los grupos de los médicos del trabajo, diciendo que si a alguien le interesaba empezar un fellowship en Julio del 2020 en Toronto, Canadá.
A lo cual yo después de haber preguntado por las siglas del hospital (no sabía que se abreviaba asi), mande el emoji con la manito levantada como diciendo “Yo”.
Decir que no se pueden ver las caras de las personas por WhatsApp pero si me imaginaba a mi jefa de ese momento, toda sorprendida y escéptica pensando, “y esta se piensa que tiene una chance de ser elegida”?. El hospital donde ofrecían hacer el fellowship es uno de los centros de cáncer más reconocidos en el mundo, muchos médicos aplican por año para hacer allí la sub-especialidad y solo unos pocos son aceptados, además en general el proceso de aplicación empieza mínimo un año y medio antes, en este caso asumí que se les había “caído” un fellow a último momento y estaban buscando el esclavo que vaya a reemplazarlo.
Después de luchar un poco, conseguí el email de la persona en Toronto, a la cual tenía que contactar, era el doctor Akil, le escribí y a al rato me contesto, debía de mandar 3 cartas de recomendación, mi CV actualizado y luego tendría una videollamada para entrevistarme (el mundo no sabía que en unos meses la videollamada sería en forma exclusiva la forma de comunicarnos).
Me puse en misión de tratar de conseguir esas cartas de recomendación, este es el tema y es algo que todavía no termino de entender como puede ser que algunos jefes con los que trabaje tengan una imagen mía tan elevada, y me aprecien muchísimo, cuando otros en realidad ni siquiera pudieron redactar dos frases acerca de mi persona.
Fue difícil para mí y para mi ego en ese momento ponerme en ese lugar de tener que “pedir” que hablen bien de mi en una carta, obviamente que yo no quería que mintieses, pero sentí que había determinadas personas que no me veían realmente como era, como trabajaba, el trato de tenia con los paciente, la buena relación que forjaba con ellos, y el esfuerzo que hice al mudarme sola de país, aprender un idioma que ni sabia como se escribe y armarme una vida profesional de cero, o tal vez veían eso, pero para ellos no era importante, lo que para esos médicos era realmente remarcable de un profesional era sus méritos científicos, más allá del pésimo trato que tenían con sus pacientes.
Yo creo que las dos cosas son importantes y hacen a un buen médico, aunque nunca fui muy fanática de publicar en revistas científicas, y me costó muchos años admitírmelo, siempre trato de dar el mejor tratamiento posible a mis pacientes y sus familias, y eso también va de la mano de una atención cálida y humana, no creo que tengamos que elegir entre una u otra.
Pero bueno ya voy a hacer otro post dedicado al tema. Volviendo al tema de las cartas finalmente conseguí las 3, debo confesar que una de ella me emocionó mucho, era de mi primer jefe radioterapia, el que espere afuera del hospital durante horas para pedirle trabajo y me contrató, eso hizo que mi autoestima aumentará y las mande a Canadá. Después de unos días obtuve la respuesta que querían entrevistarme. Todo ese sueño que en mi cabeza parecía lejano empezó a tomar forma, no lo podía creer, de verdad seria realidad la oportunidad de irme a Toronto a trabajar en ese prestigioso hospital.
La entrevista fue un viernes a la tardecita hora de Israel, el Dr. Lim y el Dr. Akil aparecieron en pantalla, yo tenía preparado todo un discurso y había buscado en internet posibles preguntas que me podrían llegar a hacer y ya había redactado las respuestas en mi cabeza con antelación.
Para mi grata sorpresa, la entrevista fue de lo más distendida, se disculparon por la hora y por hacerla un viernes (ellos sabían que en Israel ese día es no laborable) y solo me preguntaron cosas bastante básicas, cerré la compu y esperé unas semanas después la respuesta.
En el medio viaje a Eilat al sur de Israel al congreso de oncología que se realizaba cada año (quien diría que después de eso se haría virtual por los siguientes dos años), estando allí sabía que debía tener un plan b en caso de que lo de Canadá no funcionara y aunque en ese momento no estaba segura de querer trabajar de lo “mio”, me di cuenta de que lo mejor era hacer contactos.
Les juro que intente acercarme a hablar a determinadas personas en el lobby de aquel hotel donde se realizó el congreso, sabía que me podrían llegar a ofrecer un puesto como medica especialista, pero no pude, tenía demasiados traumas y miedos, fue hasta como una reacción visceral, no podía ni acercarme a ellos, la mayoría había formado parte de los médicos que me que estaban en los exámenes de residencia o eran amigos de ellos, sentí que me iban a rechazar y no tenía el coraje para pasar por esa experiencia otra vez. Fue una de la pocas veces en mi vida que no me anime a hacer algo.
Después de ese viaje regrese a Tel Aviv con un un poco decepcionada de mi misma, pero por otro lado estaba feliz de no haberme expuesto a eso, un día a la tarde mientras bajaba a tirar la basura, abro mi celular en el ascensor para matar el tiempo y veo un email del Dr. Akil, temblando me lo puse a leer, decía que me había aceptado en Toronto!!! No les puedo explicar la alegría que experimente, para mi fue sentirme otra vez como Messi ganando el mundial (perdón sigo manija y no se me ocurre otra analogía), pero si, sentía que les estaba cerrando la boca a todos los que no me tenía fe, a los que me pusieron trabas en darme el email del Dr. Akil, los que les tuve que pedir 10 veces que escriban la carta de recomendación y se “olvidaban”, los que hacían muecas cuando les contaba que estaba aplicando para un fellowship en Canadá, a todos ellos… les dedico este post, después de haber concluido no uno, si no 2 años de esa linda experiencia en Toronto , después de haber sobrevivido a la puta residencia, después de los maltratos, humillaciones que me llevaron a escribir este blog.
A ellos gracias por hacerme descubrir algo llamado “Justicia literaria”, ojalá algún día esto llegue a sus manos y les sirve para reflexionar un poco la forma en que tratan a los médicos.
Bueno lo que vendrá será la etapa “Canadá” y los años de pandemia.
Pero los dejo con esa sensación enorme de alegría y realización que sentí esa tarde invierno en Tel Aviv, mientras fui a tirar la basura en pijama y me llego aquel email que me cambiaria la vida.
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